El mundo de la pastelería y la repostería es una constante elección entre cosas: ¿chocolate o mermelada?, ¿azúcar o edulcorante?, ¿tarta o pastel?, ¿horno o microondas?, ¿molde metálico o de silicona?...
Vamos a hablar, pues, de moldes. Para empezar, nos ofrecen un espectro muy amplio de opciones en cuanto a las formas: los hay alargados, redondos, más o menos altos, con diseños especiales de Halloween, Navidad y hasta perfectos para preparar los postres de la Primera Comunión. Además, ya sea para galletas, magdalenas o bizcochos, los podemos encontrar de distintos materiales. Los más tradicionales son los moldes de metal, normalmente de aluminio. Estos moldes son económicos y admiten múltiples usos, pero hay que tener en cuenta algunas cosas a la hora de utilizarlos:
Engrasar y enharinar los moldes siempre antes de usarlos: si no se pone materia grasa antes de verter la masa, al cocerse el preparado se pegará a las paredes y habremos desperdiciado todo el trabajo. No solo ocupan espacio, sino que es importante cuidar que no quede expuesto a algún golpe que le haría perder su forma original.
Y para las cocinas y cocineros y cocineras más modernas, en el mercado tenemos los moldes de silicona, que tienen como ventajas fundamentales, lo inverso a lo que acabamos de advertir sobre los moldes de metal. Es decir: no hay que engrasarlos, podemos guardarlos en cualquier sitio, ya que mantienen la forma, y o nos quemaremos al tocarlos, ya que la silicona no se calienta. Además, los podemos encontrar en mil y un colores y formas distintas. Así que, ya sabéis, haced volar vuestra imaginación ¡y no olvidéis mandarnos un trocito del bizcocho que hayas preparado!
Este bizcocho tan sencillo se puede convertir en una vistosa tarta de cumpleaños si lo decoras con un poco de nata y frutos rojos, con chocolate… También está delicioso si lo abres por la mitad y lo rellenas con mermelada o crema pastelera. ¡Que aproveche!