Cómo conseguir que tus hijos aprendan a comer bien
Introducción a una buena alimentación
Los niños y las niñas, desde que son bebés hasta los tres años de edad, aprenden a degustar, masticar, tragar y manipular alimentos, y descubren distintos olores, sabores y texturas, lo que les llevará, poco a poco, a incorporarse a la alimentación familiar.
La alimentación adecuada del niño a partir del año de edad se basará en una propuesta alimentaria suficiente (ni excesiva, ni deficitaria), variada, equilibrada y, durante los primeros años, individualizada, de acuerdo con la propia constitución del niño y las indicaciones pediátricas, asegurando así un crecimiento y desarrollo óptimos. En estas edades tempranas, además, la educación de la conducta alimentaria tiene el objetivo de conseguir, no sólo un estado nutricional satisfactorio, sino también el aprendizaje de hábitos alimentarios saludables.
La influencia del entorno
Los niños comen habitualmente en entornos muy distintos: en casa, con los padres, en casa de los abuelos, en las guarderías, etc. Cualquiera de estos espacios puede y debe ser un marco idóneo para transmitir unos hábitos alimentarios adecuados, así como otros aspectos relacionados con el comportamiento alimentario: la utilización de los cubiertos, los hábitos higiénicos básicos, un comportamiento en la mesa apropiado, etc. Para ello, es aconsejable mantener cierta coherencia en los horarios y lugar de las comidas, y es especialmente importante realizar las comidas en familia, principalmente el desayuno y la cena, sin prisas ni interrupciones.
Mi niño no me come
La preocupación por el niño que no come es frecuente entre los padres y madres. Sin embargo, la problemática de la inapetencia es, a menudo, un problema de equilibrio entre lo que el niño come y lo que los integrantes de su família espera que coma. Los adultos son los responsables de adquirir los alimentos que consumirá el pequeño y de decidir también cuando, como y donde los comerá, pero es el niño, en definitiva, quien decidirá si quiere o no quiere comer y qué cantidad, ya que es capaz de regular su ingesta en función de sus necesidades (excepto en situaciones de enfermedad y/o por indicación del equipo de pediatría). En realidad, son pocas las situaciones en las que el niño/a no come y esto compromete su salud, por lo que la mejor manera de proporcionarle la cantidad de comida que necesita es respetando su sensación de apetito.
Algunas tendencias habituales entre los padres y madres, como forzar a los niños a comer y/o restringir el acceso a determinados alimentos no son recomendables, ya que, según los expertos, facilitan la sobrealimentación, posibles aversiones y un excesivo interés por alimentos prohibidos.
Referencias bibliográficas