Ingredientes
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100% natural, sabor casero
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Cómo hacer Risotto de pollo
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Para comenzar con este delicioso risotto de pollo marca las pechugas en la cazuela en la que prepararás tu risotto. Una vez las pechugas de pollo se hayan puesto ligeramente doradas, es el momento para sacarlas de la cazuela y reservarlas para futuros pasos. Continúa picando la cebolla en juliana y lamina, también, un ajo. Cuando los tengas bien picados añádelos a la cazuela en la que has sellado las pechugas. Deja que se vaya cocinando la cebolla y dorándose el ajo a fuego medio. Mientras estos se hacen, corta las pechugas de pollo en tiras. Vigila la cebolla, que no adquiera color. Póchala, poco a poco, a fuego medio y removiendo con una cuchara de palo o una lengua de silicona. Este movimiento ligero permitirá que la cebolla se vaya pochando sin quemarse.
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Una vez la cebolla haya perdido algo de color, agrega el pollo que has cortado en tiras y cocínalo durante un par de minutos. Cuando haya pasado ese tiempo, añade el arroz y risólalo hasta que vaya adquiriendo un tono tostado. Ese es el momento en el que debes espolvorear el azafrán sobre el arroz para que este adquiera el color dorado típico del arroz alla milanese. Remueve bien para que el colorante se esparza adecuadamente por todo tu plato y, una vez tu risotto de pollo esté deliciosamente amarillito, moja todo con vino blanco.
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Deja que el vino reduzca y, cuando quede un cuarto del líquido, vierte el Caldo Casero de Pollo Gallina Blanca en tres tiempos. No pares de remover mientras añades el caldo. Vierte una taza, y remueve. Vierte una segunda y sigue moviendo el pollo como si no hubiera mañana, hasta que añadas la tercera taza. Acaba con unas vueltas más para que el arroz suelte todo su almidón y espese el risotto de pollo. Pero, para que no sólo espese, sino para que tenga una textura mantecosa y superrica, añada la mantequilla. El calor hará que se derrita. Cuando esto pase, añade el parmesano. ¡Y listo!