Cuanto más cerca, mejor

Con el sello Km 0, la organización Slow Food apoya los productos ecológicos de proximidad
¿Te has fijado alguna vez de dónde vienen los alimentos que compras? Manzanas de Chile, kiwis de Nueva Zelanda, piñas de Brasil… Muchas frutas y verduras han recorrido miles de kilómetros antes de llegar a nuestra mesa. Suelen tener muy buen aspecto, pero cuando te las llevas a la boca llega la decepción: ¡No saben a nada! Todo lo contrario de lo que ocurre con las que se producen cerca de casa.
Los alimentos Km 0 son los que han sido cultivados o elaborados en un radio de menos de 100 km entre el productor y el consumidor. Su consumo comporta muchas ventajas. Si los compras, no sólo disfrutarás de productos más sabrosos y saludables, sino que también estarás echando una mano a los productores locales y ayudarás a proteger el medio ambiente.
Seguro que te ha pasado más de una vez: melocotones que parecen muy apetitosos y luego son completamente insípidos, peras con sabor a manzana, plátanos que maduran de golpe y se echan a perder en cuanto los metes en la nevera… Si quieres volver a disfrutar del auténtico sabor de los alimentos, lo mejor es que te apuntes a los productos de proximidad.
Slow Food
A finales de la década de los ochenta nace en Italia la organización Slow Food, un movimiento calificado por sus propios miembros como ecogastronómico. El máximo ideólogo de Slow Food, Carlo Petrini, resumió su filosofía en tres adjetivos: bueno, limpio y justo. Bueno para la salud y para el paladar. Limpio de productos químicos y nocivos. Justo para el productor, esto es, que su trabajo se remunere correctamente. La idea de Km 0 nace dentro de esta organización, en cuanto se considera que los productos de proximidad mantienen sus propiedades saludables y organolépticas, son más sostenibles (porque ahorran gastos de transporte y conservación), preservan la biodiversidad gracias al cultivo de especies autóctonas y permiten conservar la actividad de los agricultores, pescadores y artesanos alimentarios del lugar. Este movimiento considera la gastronomía como algo totalmente vinculado a la identidad y a la cultura, basada en la libertad de elección y la educación.
El concepto Km 0 ha tenido tanto éxito que ha trascendido a la propia organización Slow Food, que lamenta que se use muchas veces sin tener en cuenta los criterios establecidos por sus auténticos creadores. Así, no basta con que un alimento sea de proximidad. Hay que asegurarse de que se ha producido siguiendo criterios ecológicos y sostenibles. El respeto por el medio ambiente es un punto fundamental: un alimento de Km 0 no podrá estar producido con transgénicos, no podrá contener aditivos y, en el caso del pescado, no podrá ser una especie en peligro de extinción.
Más sabrosos y nutritivos
Los alimentos Km 0 son más sanos y sabrosos. Las frutas y verduras de proximidad mantienen todas sus propiedades nutricionales, porque se recolectan en el momento justo de maduración para que lleguen en el mejor estado al mercado. Piensa, por ejemplo, que el contenido en vitaminas de las frutas va variando en función de su grado de madurez: es muy bajo mientras están verdes, alcanza el nivel máximo cuando están maduras y disminuye a medida que se van pasando.
Para que mantengan todas sus propiedades, las frutas y verduras deben madurar en el campo, no en cámaras frigoríficas. Los alimentos importados se recogen cuando todavía no han madurado lo suficiente, se someten a tratamientos químicos para que aguanten bien el viaje y se introducen en cámaras, donde el proceso de maduración se corta bruscamente.
Lo mejor es ir al mercado o a una frutería de confianza. En los mercados que se organizan en los pueblos también puedes encontrar productos frescos y recién cosechados que marcarán la diferencia en tu mesa.
Otra opción es apuntarte a una cooperativa o grupo de consumo. Es muy práctico. Basta con buscar algún grupo que trabaje en tu zona. La mayoría funcionan a través de Internet y te mandan a casa fruta y verdura fresca de temporada con la periodicidad que tú elijas.
Y, si eres de los que de vez en cuando se animan a salir al restaurante, ¿por qué no probar uno que tenga el certificado oficial Km 0? Estos establecimientos están obligados a comprar la mayoría de los ingredientes a los productores locales y el resto de productos tienen la garantía de haberse obtenido de forma sostenible.
Una compra solidaria
Otra de las ventajas de los alimentos Km 0 es que con nuestra compra ayudamos a la economía local, sobre todo si compramos en puestos del mercado donde venden directamente los agricultores o en una cooperativa, donde se pacta un precio con el productor y no entran en juego intermediarios, que normalmente se llevan la mayor parte de beneficios.
Además, si llenas tu cesta con alimentos Km 0 contribuirás a proteger el medio ambiente. Ten en cuenta que para transportar los alimentos importados se utilizan toneladas de envases y materiales de embalaje que generan muchísimos residuos. Por no hablar de lo que contaminan los barcos, aviones o camiones que transportan estos alimentos.
¿Te resulta fácil acceder a productos de proximidad? ¿Dónde los consigues?
Consume alimentos de temporada
Aparte de comprar alimentos Km 0, lo ideal es que sean de temporada. La naturaleza es sabia y nos ofrece en cada estación los productos que nos aportan los nutrientes más adecuados para afrontar los meses en que se recolectan. En invierno se cosechan alimentos que fortalecen nuestro sistema inmunitario, mientras que en verano la mayoría tienen un mayor contenido en agua para refrescarnos.
Si te fijas, notarás que los alimentos cosechados en la temporada que les corresponde saben mucho mejor que los de invernadero.¿Dónde comprar productos Km 0?