Las dietas

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Navidades, verano, fiestas señaladas y eventos… Nuestra preocupación por el cuerpo, por nuestro aspecto concretamente, se hace más obvia en estas situaciones. En verano especialmente empiezan a proliferar anuncios sobre dietas milagrosas bajo la promesa de perder peso rápidamente. Pero hay que saber que en algunas ocasiones estas dietas no han estado elaboradas por especialistas y que no tienen en cuenta diferentes factores esenciales a la hora de realizarlas, factores relacionados con cada persona.


Querer hacer una dieta de adelgazamiento no es malo, ya sea por una cuestión de salud o de estética, pero hay que hacerlo de forma responsable. Cuando uno hace una dieta de este tipo por su cuenta, es habitual caer en errores y por lo tanto en efectos sobre el resultado y la salud. Cuando hacemos la dieta por nuestra cuenta, lo más habitual es establecer un régimen desequilibrado, incompleto y poco adecuado.


También hay que ir con mucho cuidado con estas dietas milagrosas que se nos ofrecen constantemente. Aunque a veces tienen resultados espectaculares a corto plazo, son dietas estándar que no tienen en cuenta cada persona y a largo plazo crean frustraciones y problemas de salud. Son, como en el caso de las dietas que nos auto imponemos, desequilibradas y acostumbran a basarse en una ingestión muy por debajo de la que necesitamos. Hay diferentes ejemplos de ellas que merece la pena conocer para estar prevenidos.


Unas de ellas son las dietas del nueve, basadas en dietas muy restrictivas a base de fruta o verduras que duran nueve días, como la de la manzana: comer arroz durante los tres primeros días; los tres siguientes, sólo pollo; del séptimo al noveno, sólo manzana. Esta dieta promete perder un kilo al día, pero también puede ser causa de una lipotimia y posteriores problemas de salud. En la adolescencia podría llegar a derivar en una anorexia nerviosa.


Otra dieta de la que se abusa es la del Dr. Atkins, basada en la ingesta hipercalórica e hiperprotéica destinada a reducir los carbohidratos, almidones y féculas y así evitar la formación de grasa corporal. También tiene sus efectos negativos con el aumento de los triglicéridos en la sangre.

  

Así pues lo más adecuado es poner nuestra dieta y nuestra salud en manos de un especialista para desarrollar una dieta efectiva y segura. El dietista nutricionista podrá controlar nuestro estado físico para asegurar que estamos preparados para uno u otro tipo de dieta, y también nuestro estado emocional para evitar posibles episodios de ansiedad. Deberá hacer una valoración de nuestras medidas antropométricas: peso, talla, pliegues cutáneos, índice de masa corporal, etc. y así determinar nuestro peso ideal. En función del resultado determinará si hay sobrepeso o no y decidirá si se requiere una dieta o no. En caso afirmativo determinará qué tipo de dieta necesitamos realizar y la elaborará de forma individualizada.


En principio todo el mundo puede seguir una dieta o puede incluso necesitarla. Pero hay que tener en cuenta distintos factores que lo determinarán: edad de la persona –durante la infancia y la adolescencia puede derivar en crónicas y malos hábitos–, estado de salud, el tipo de trabajo profesional que la persona desarrolle. Insistimos pues en la necesidad de ponernos en manos de un especialista que determine la adecuación de la dieta. En cualquier caso y de forma general, lo más recomendable es seguir una dieta equilibrada, tener una vida activa y hacer deporte de forma regular durante todo el año. 

 

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