Una de las recetas de repostería que más triunfa es sin duda la de las magdalenas. Puede ser su esponjosidad lo que nos atrae. Quizás es su color tostado o el hecho de después de cocinarlas siempre sobresalga un poco de su molde de papel pidiéndonos a gritos que la mojemos en leche y le demos un mordisco. ¡Una delicia!

Además, al tener un tamaño mucho más pequeño que un pastel, por ejemplo, podemos comernos una sin miedo a sentirnos más pesados de lo que nos gustaría (y sin tener tantos remordimientos por la calorías, no nos engañemos).

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¡Y es perfecto para los niños! porque otra de las ventajas de estas pequeñas delicias es que podemos coronar su parte de arriba con todo tipo de toppings. Los más clásicos pueden añadirle un poco de azúcar en el horno para tostarlo y que quede crujiente. Si a ti te va el chocolate puede calentar al baño maría el que más prefieras: blanco, negro o con leche, y, una vez fundido, echárselo por encima. Y si lo que quieres es un toque diferente te animamos a que pruebes con un toque de leche condensada. ¡Se te hará la boca agua!

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Recetas de magdalenas caseras

La repostería es una de esas cosas que mejora muchísimo cuando todo está hecho en casa. Estamos seguros de que todo el mundo, en algún momento de su niñez, ha tenido esa maravillosa sensación de entrar en la cocina y percibir los olores cremosos y suntuosos de un pastelillo que se está cocinando en el horno.

Ahora bien, hay mucha gente que no sabe cómo hacer magdalenas. Si ese es tu caso, que no te intimide su aspecto delicado y precioso porque la realidad es que es algo super sencillo y divertido. Tanto es así que si tienes peques en casa puede ser una actividad muy entretenida incluso para hacer en familia.

La clave del éxito para que te queden super esponjosas es batir los huevos rápidamente en círculos de forma envolvente hasta que queden un poco espumosos. Eso le dará más aire y hará que suban mejor en el horno. Otro gran consejillo es que cuando mezcles los ingredientes, lo vayas haciendo poco a poco. No hay prisas en la repostería.

Cuando estés con la masa de las magdalenas, asegúrate de ir vertiendo la harina, el azúcar y el aceite de poco en poco. Vigila que todo se integre bien en la mezcla antes de verterlo en los moldes. Cuando ya lo tengas todo listo para el horno, no te olvides de engrasar bien los moldes con un poquito de aceite o mantequilla para que no se te peguen y te sea más fácil de retirar después. A nadie le gustan unas magdalenas rotas ¿a que no? Y ya el último consejo que podemos darte (y quizás el mejor) es que no te ganen las ansias de hincarle el diente a estas delicias antes de que se enfríen.

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