De Asturias a tu mesa: la sidra

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De Asturias a tu mesa: la sidra

Bebida alcohólica hecha a base de manzanas. La historia de la sidra nos retrotrae hasta el tiempo de los egipcios, romanos y celtas. Hoy en día, la sidra es la bebida asturiana por naturaleza. Incluso se dice que cuando el emperador Plinio (27-79 DC) llegó a Asturias llamó a la sidra “bebida de este lugar”.

En la actualidad, el mercado ofrece cuatro tipos de sidra, cada uno de ellos con sus características distintivas. El secreto de una buena sidra, en todos los casos, es alcanzar el equilibrio justo entre manzanas dulces, ácidas y amargas. Las cuatro clases de sidras son:

  • Sidra dulce: es el zumo recolectado de las manzanas recién exprimidas, por lo que es muy difícil conseguirla en el mercado. Se obtiene al mismo tiempo que la cosecha (septiembre u octubre, según el valle) y es un zumo dulce, color miel, que no contiene alcohol. La crema de sidra dulce es un postre muy sencillo de realizar y resulta delicioso para grandes y pequeños.
  • Sidra natural: se obtiene a partir de la fermentación de la sidra dulce. Sin gas, el secreto de la sidra natural está en el escanciado que se hace justo antes de beberla. De hecho, el escanciado es parte del ritual de las sidrerías asturianas. La temperatura óptima para servir es entre los 7° y los 15°. Para aprovechar los perfumes florales y frutales de la sidra natural se puede preparar pollo a la sidra, siempre cuidando que la salsa no hierva para que no pierda las notas características.
  • Sidra achampanada o gasificada: ha sido por mucho tiempo la bebida navideña tradicional de las familias asturianas. A diferencia de la sidra natural, su consumo no está tan extendido. No requiere de escanciado y si bien recuerda a la fruta de base, se la percibe como una bebida fresca y ligeramente ácida. Ideal para acompañar postres y mariscos, la podemos usar en recetas como los frixuelos de manzanas flambeados con sidra achampanada.
  • Sidra de Nueva Expresión: es la sidra de más reciente incorporación al mercado. Compite directamente con el vino blanco, ya que se trata de una forma de presentación de la sidra natural que no requiere escanciado por el proceso de filtrado que se incluye en la elaboración. Se recomienda servirla fría, entre 10° y 12°. Podemos utilizarla en platos tradicionales asturianos como una calderada de merluza a la sidra.

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