Los niños y la comida

(0)

Seguro que habéis recaído en un detalle: en casi todos los menús infantiles se repiten los mismos platos, proponiendo la pasta con tomate como única opción, si acaso acompañada de un filete empanado o unas albóndigas preparadas también con tomate. Con estas opciones tan limitadas, se busca la mínima complicación a la hora de comer con niños y que los padres puedan estar relajados sin que la comida sea un punto de conflicto.

Pero esta observación nos lleva a una reflexión: ¿cómo enseñamos a comer a nuestros hijos? El paladar de los pequeños es diferente al de los mayores y en ocasiones prefieren comidas más neutras y con sabores poco complicados, pero eso no quiere decir que tengamos que tirar la toalla y ofrecerles una alimentación repetitiva y fácil.

Probar alimentos es divertido. Explorar, investigar, tocar la comida y prepararla, incrementa el deseo de saborearla. Pocos niños se resistirán a comer un plato si han tenido parte activa en su elaboración. Ensuciarse las manos de harina, ayudar y ser protagonistas de aquellos procesos culinarios que no tengan riesgos para ellos (siempre con la supervisión de un adulto) predisponen a los niños a una actitud positiva frente a la alimentación.

Si vamos de paseo con ellos, ¿por qué no llevarlos de vez en cuando al mercado y enseñarles los distintos géneros? Hace un tiempo nos sorprendíamos con un reportaje de Jamie Oliver en el que unos niños confesaban que nunca habían visto un tomate. Dejemos que escojan la fruta que quieren comer, que curioseen y pregunten, que se metan en el bolsillo a los tenderos y disfruten de la visita.

Mantengamos a los niños cerca de la cocina e impliquémosles en la preparación de la comida del fin de semana, esos pequeños aprendices terminarán sorprendiéndonos y serán de gran ayuda. Con los años, todo este trabajo revertirá en su favor, serán adultos autosuficientes en la cocina y se alimentarán mejor. Los pequeños pinches de hoy serán los cocinillas de mañana.

Valora este artículo