Lo mejor es cocinarlo con calor seco, es decir, a la plancha, a la parrilla o al horno. De cualquiera de estas formas el pescado conserva más su sabor porque al someterlo a altas temperaturas (que evaporan el agua) se forma una especie de costra que retiene los líquidos contenidos en su interior y muchos componentes solubles.
Así que ya sabéis, probarlo y ya contais como ha ido.
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