Si quieres que la carne del conejo al ajillo te quede con un toque crujiente en su exterior pero que mantenga jugosidad en su interior, después de condimentarla y antes de freírla, rebózala en harina.

De esta manera, al cocinarla, se formará una pequeña costra exterior que servirá para retener gran parte de los jugos de la carne y, además, ayudará a que los líquidos utilizados en la cocción se liguen mejor en la salsa. Otro truco que te damos es cómo trocear el conejo si no lo hacen en la carnicería. Para hacerlo en octavos, primero corta la cabeza y la cola. Retira las tripas y pártelo por la mitad, de arriba abajo. Separa de cada mitad las patas traseras del lomo y las espalditas de la parte de las costillas, ¡y ya lo tienes listo el conejo al ajillo para cocinar!

 

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