Buñuelos de Cuaresma

Lava y ralla la piel del limón; procura evitar la parte blanca de la piel, puesto que daría un gusto amargo. Resérvala. Vierte en un recipiente la harina de fuerza con el azúcar, una pizca de matalahúva, que es la semilla del anís, la piel de limón que has rallado, la levadura química y un pellizco de sal.
Debes mezclar todos los ingredientes con la punta de los dedos como si estuvieras condimentando con sal.

Moja los ingredientes secos con media taza americana de agua y tres cuartos de taza americana de leche. Ahora remueve con una espátula para que la masa se homogenice y tome cuerpo. Añade un huevo batido y mezcla hasta que la masa lo haya asimilado. Repite la operación tres veces más. Si la masa está muy espesa, puedes agregar un quinto huevo. Deja reposar la masa en la nevera durante 30 minutos.

Pon a calentar un recipiente ancho con abundante aceite.
Saca la masa de la nevera y, con dos cucharas, ve tomando porciones de la medida de una nuez. Con cuidado para no quemarte, introdúcelas en el aceite caliente.
Deja que los buñuelos se frían a fuego medio hasta que se hinchen y se doren.
Si no se giran solos, dales la vuelta con una espumadera y déjalos dorar por el otro lado.

Escúrrelos sobre un papel absorbente y déjalos enfriar.
A continuación rocíalos con el licor de anís dulce y, cuando lo hayan absorbido, espolvorea el azúcar glas por encima.