Si el día que quieres comer los callos no cuentas con mucho tiempo, una solución es cocinarlos el día anterior y así solo te quedará ponerlos un momento en su salsa antes de servirlos.

Para ello pon los callos limpios en agua fría con un diente de ajo, una cebolla pelada y partida en dos, la parte blanca de un puerro, perejil, sal y pimienta. Ponlo a hervir y que se cocinen hasta que queden tiernos. Escúrrelos y resérvalos en la nevera.

Valora esta receta
Añade este artículo a tus favoritos Y tenla a mano siempre que quieras
El truco ha sido copiado