Seguramente, no será la primera ni la última vez que tengamos que picar ajos para hacer multitud de recetas y después se nos queda ese olor a ajo que a mí me encanta pero que echaría para atrás al mejor vampiro, pues yo lo que hago y me resulta es, enjuagarme las manos sin rozarlas en agua, al chorro como digo yo y sin añadirle ningún detergente y después secarlas bien. Listas para la próxima.
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