En este punto añades el pulpo ya troceado y cocido. Para llegar aquí, te damos unos consejitos para que quede bien tierno. Se debe cocer entero y esto puede hacerse de dos formas, con agua o sin agua, pues contiene tanta que se puede hacer sin inconveniente con la suya propia. Si no te quieres liar, elige la primera opción.
Al hervir el agua, agarra el pulpo por la cabeza, dejando que caigan los tentáculos, y lo metes y sacas tres veces seguidas de la cazuela ¿Por qué? Porque así logramos que no se nos desmenuce. Esto se llama asustar al pulpo. Lo dejas unos 17-18 minutos. Vigila que quede en su punto y no blandurrio, para que esté bien rico. Sabías que la tradición gallega, que de pulpo los gallegos saben un rato, dice que queda rico, rico si lo cueces en una olla de cobre o bien, añadiendo una pieza de cobre a la cocción. Este truco es crucial para hacer un buen pulpo a la gallega. Apagas el fuego y lo dejas reposar unos 15 minutos en el agua.
Así que cuando lo tengas listo, se echa en nuestra receta. Lo remueves durante unos minutos y luego añades el pimentón y el arroz. Dale vueltas para que el arroz se bañe de color y sabores.
Ya sabes que el vino blanco le da un toque especial a las comidas. Por eso, vamos a mojar nuestro arroz y el pulpo echando un vasito de vino blanco y luego el azafrán, la joya de las especias. A quién vamos a engañar: ningún colorante es digno al lado del sabor natural e inconfundible en los arroces que llevan azafrán.
Inmediatamente, cubrimos todo con el caldo. Agarra por las asas la cazuela y muévelo un poco. Ya está todo. Déjalo hervir 10 minutos a fuego vivo y lo tienes. Sírvelo para que la gente disfrute en verano de una increíble comida que querrán repetir.